Happiness / 1998 / Todd Solondz

Happiness pertenece a la categoría de películas llamadas a no dejar a nadie indiferente, en función de lo cual me resultó imposible sentarme a verla sin un preconcepto, al cabo felizmente desmentido. Su vocación transgresora no se agota en el mero gesto de incorporar a capricho una temática peliaguda sino que pretende abarcar una visión transversal de la insatisfacción a la que mueven las relaciones sentimentales. Es ese enfoque cáustico y pesimista el que da lugar a una comedia amarga como pocas para los tiempos que corren. El espectador no puede componer una media sonrisa sin sentirse un poco culpable. Ese grotesco que se ve en la pantalla ¿es una imaginería? ¿cómo no pensar que puede estar ocurriendo ahora mismo en la casa de al lado?
La película, algo larga, de a ratos retorcida, se convierte en una especie de enciclopedia de miserias humanas, desagradable, incómoda, arriesgada, que se mete con las falsas apariencias, la hipocresía, la soledad, los traumas, el fracaso, las fobias, las perversiones, a través de un puñado de historias cruzadas, dando lugar a una experiencia sórdida, un viaje por el interior de las cañerías cloacales de un barrio residencial de los suburbios.
No creo que sea una obra maestra pero Happiness lejos está de ser una película más.

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